A veces vamos caminando en el desierto y sentimos que no llegamos y la sed que experimentamos es desesperante, no vemos un manantial,no vemos la frescura y la brisa que sopla con el agua. Nuestra vida sin Dios es como ese mismo desierto. Nos arrebata nuestra la energía, la creatividad y nos obliga. Eventualmente a sentimos golpeados, cansados, y secos. SI sientes que andas en el desierto recuerda siempre que Jesús dijo: “yo soy agua viva; el que me acepte nunca tendrá sed.” Jesus no hablaba de sed física, sino de nuestra sed espiritual para poder florecer y venir a la vida llenos de vida.
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